Con el paso del tiempo, el adicto llega a un estado de profunda desesperación en su vida que atribuye en un principio a los problemas derivados del consumo sin establecer una clara relación entre los mismos . En esta fase, el consumo se usa para el alivio del malestar y en estados avanzados de una forma obsesiva, lo que conlleva descuidar más aún todo lo demás en su vida. Su conducta se torna cada vez más impulsiva e incontrolada, propiciando acciones que antes consideraba impensables.
¿Qué sucede con el adicto en esta etapa de desesperación?
El adicto alcanza un momento de desesperación en el cuál pasa la mayor parte del tiempo sin rumbo. No es consciente de lo que ocurre alrededor ni del sufrimiento de los demás. Reacciona ante las dificultades de forma desproporcionada e imagina soluciones a los problemas que no son realistas. En los momentos de resaca y mayor desánimo puede llegar a sentir desinterés por todo o incluso pensamientos de acabar con su vida para dejar de sufrir. Su único alivio en estos momentos consiste en consumir de nuevo.
En esta fase de la adicción no se ve ninguna salida, perdiendo la capacidad para tomar decisiones en consonancia con sus necesidades. Sufre, las consecuencias de sus conductas negativas tanto “por acción como por omisión” .
El adicto puede quedar atrapado en esta fase por mucho tiempo, deteriorando su vida más y más hasta la aparición de mayores problemas en las diferentes áreas de su vida.
Cualquier consumo de la acción que altera el estado mental conduce al adicto de nuevo a la adicción. Por esto, los intentos de controlar su comportamiento son en vano.
¿Cuándo pide ayuda el adicto?
No obstante, no es el miedo a la abstinencia lo que impide al adicto buscar ayuda y romper con su adicción, sino más bien la inseguridad a enfrentarse a lo desconocido y perder la “ilusión” de libertad o control sobre su vida. Pues pedir ayuda supone reconocer “debilidad” o “padecer un problema”. Esto genera malestar en sí mismo. Se observa todo desde una perspectiva pesimista o catastrófica. La situación vivida hasta el momento le es familiar a pesar de lo problemática de la misma, mientras que enfrentar la realidad demanda tiempo, paciencia y, en ocasiones, un gran malestar. En este punto, el adicto encuentra en el objeto de su adicción alivio del malestar que experimenta. Desea ser ayudado, aunque “a su manera”, lo cual conlleva mantener la misma situación problemática y el círculo vicioso propio de la adicción. El desaliento y la depresión que siguen a cada episodio de indulgencia en la adicción alimentan aún más el ciclo adictivo a este punto.
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