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Adicciones

¿Qué es la coadicción y cómo afecta al núcleo familiar?

By mayo 10, 2022noviembre 22nd, 2022No Comments

Llamamos coadicción a una forma específica de dependencia emocional que se produce en algunas personas que tienen una relación
importante con una persona víctima de cualquier tipo de adicción.

Inicialmente se utilizó el término “codependencia” que se empezó a aplicar al comportamiento que se observaba en las parejas de personas alcohólicas: en la medida en que la problemática del adicto aumentaba, la pareja se iba involucrando cada vez más, intentando controlar el consumo, resolviendo los problemas, encubriendo al adicto para que los demás no se dieran cuenta de sus fallos…

Esta tarea, que cada vez le ocupaba más tiempo, no le permitía el desarrollo de sus actividades personales y le quitaba tiempo para atender a sus propios intereses, produciendo graves carencias en su vida, apartándola de las relaciones con otras personas, generando a la larga un gran resentimiento hacia el enfermo y un estado emocional de desesperanza que no pocas veces desembocaba en depresiones más o menos graves.

Así como el adicto va perdiendo el control de su vida, condicionado por su necesidad de consumir, el coadicto va perdiendo también el control de su vida, condicionado por su necesidad de controlar al adicto, convirtiéndose en un “adicto al adicto: de ahí el termino coadicción.

Al conocerse mejor la problemática del adicto, se ha ampliado la perspectiva sobre el coadicto, observándose esta patología en otros miembros.

¿Cómo se produce la coadicción?

La coadiccion se va produciendo paulatinamente: en la medida en que el adicto va descuidando sus obligaciones
y responsabilidades, el coadicto va intentando que las cumpla o haciéndolo por él.

Como es una tarea imposible, se va resintiendo y desesperanzando, la relación se va agriando y la comunicación va desapareciendo,
dando paso a una dinámica de manipulaciones mutuas, que incluyen chantajes emocionales, aumentando así la conflictividad y los sentimientos de culpa
y de vergüenza en ambas partes.

La preocupación inicial se va convirtiendo en una necesidad obsesiva de controlar y cambiar al enfermo y la mayor
parte de sus actividades se centran en este objetivo, por lo que no le queda tiempo para sí misma y la persona va descuidando
sus propias necesidades vitales, intereses, amistades…

Su estado de ánimo depende cada vez en mayor medida del estado del enfermo: así ocurre que mientras el adicto depende de la sustancia
o actividad a la que se ha habituado, el coadicto depende del adicto y se encuentra en la situación “si él/ella está bien, yo estoy bien”.

¿Cómo actúan las personas coadictas?

Desde nuestra clínica hemos observado con el paso del tiempo que las personas coadictas presentan una cierta tendencia a relacionarse con personas con problemas, necesitadas o dependientes, tanto a nivel personal como profesional.

Conjunto de silenciosas reglas no escritas que generalmente se desarrollan en el marco de la familia cercana y marcan el ritmo de las relaciones. Reglas que prohíben la discusión de los problemas, la expresión abierta de los sentimientos, la comunicación directa y honesta, las expectativas realistas, el cuidado de uno mismo, la confianza en sí mismo y en otras personas, el juego y la diversión, trastornar el equilibrio familiar con cambios, etc.

Cuando un coadicto interrumpe su relación con la persona con problemas, a menudo busca otra que también los tenga, reproduciendo sus actitudes con esa nueva persona.

Podría decirse que una persona coadicta ha permitido que el comportamiento de otra persona le afecte y vive obsesionada por controlar ese comportamiento.

La coadicción, como las adicciones, es progresiva y tiende a cronificarse. El mayor riesgo de contraerla lo corren aquellas personas que ya padecen de una falta de autoestima y que buscan inconscientemente confirmar su propio valer, ya sea a través del adicto o de otras personas (hijos de adictos, personas que han sido objeto de abusos físicos o sexuales).

Consecuencias de la coadicción

  • Asumir todas las responsabilidades, negándose a aceptar la responsabilidad de dirigir y vivir su propia vida.
  • Entregarse a los demás, pero no saber “cómo recibir”, dándolo todo hasta sentirse furiosos/as, agotados/as y totalmente vacíos/as.
  • Hacerse expertos en cuidar de otros, pero sin confiar en su capacidad para cuidar de sí mismos.
  • Estudiar, observar, vigilar, controlar y conocer a los demás, pero dejar de saber de sí mismos y de conocer sus propios sentimientos,
    sintiéndose cada vez más inseguros e incapaces e incapaces de resolver sus problemas.
  • Dejar de pensar y de sentir emociones positivas, inundándose de rabia, amargura, odio, miedo, depresión, desamparo, desesperación o culpa.
  • Ocupar cada vez más parte de su tiempo preocupándose por los demás e intentando encontrar una forma de controlarlos; al mismo tiempo tener una progresiva dificultad para “decir que no” a los demás.
  • Progresivo deterioro de sus relaciones con la familia y amigos, con el consiguiente aislamiento y el aumento de la obsesión por controlar o vigilar al otro, acompañado de sentimientos de vergüenza o culpa.
  • Paulatina sensación de “ser una víctima”, de estarse perdiendo a uno mismo y culpabilización hacia el entorno, aumentando la
    intolerancia tanto hacia sí mismos, como hacia los demás.
  • Todo ello bajo una imagen de responsabilidad, de formalidad, pues viven sus problemas en secreto. Esto es fomentado en cierta medida por nuestra cultura,
    el coadicto encubre el problema, se ocupa en reparar los daños provocados por el adicto, mantiene económica y emocionalmente unida a la familia
    y recibe la admiración de familiares y amigos: ¡Es un santo/a! Pero también sus comportamientos pueden ser percibido por sus familiares
    y amigos más íntimos como: hostiles, controladores, manipuladores, culpabilizadores, reacios a la comunicación,
    “siempre malhumorado”, “a veces francamente odioso” …
  • Para el enfermo las reacciones excesivamente emotivas del familiar coadicto (gritos, llantos, discusiones, reproches, amenazas, etc)
    aumentan la inestabilidad emocional, contribuyen a rebajar su ya escasa autoestima, aumentan la confusión y justifican el hábito de evadir sus responsabilidades a través del mecanismo de “culpar a los demás” y refugiarse en la sustancia o actividad que le “calme”.

El primer paso para el cambio es tomar conciencia del problema y tras este “darse cuenta” viene la aceptación, con la consiguiente búsqueda de ayuda para encontrar la manera de solucionarlo. Desde nuestra clínica podemos ayudarte a conseguir tu objetivo y tratar cualquier problema con nuestros tratamientos específicos para ti.

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